Soy en muchos aspectos partidario de la educación naturalista que inspiró a Rousseau y Comenio, principalmente en aquella que podría relacionar las estaciones y los momentos de cada año con las actividades y sentimientos humanos
Como en los deportes: esto no se acaba, ¡hasta que se acaba!
Soy en muchos aspectos partidario de la educación naturalista que inspiró a Rousseau y Comenio, principalmente en aquella que podría relacionar las estaciones y los momentos de cada año con las actividades y sentimientos humanos. En este tenor, preferiría un ciclo lectivo que iniciara a mediados de enero y concluyera a mediados de diciembre, con un período de descanso en verano; no obstante, al seguirse el calendario actual, cuyo establecimiento y motivaciones datan de 1966 (¡hace más de 50 años!), preferiría que iniciara en septiembre y concluyera en junio.
Desafortunadamente estas ideas solo servirán para atizar el morbo de las tres personas que me leen, pues el ciclo lectivo está más que definido y arraigado en la cultura de los mexicanos, así como en muchos acuerdos internacionales. Es decir, de manera legal está establecido que para este período el año escolar terminará el 19 de julio de 2023, es decir, a la fecha de publicación de este artículo, restará todavía un mes de labores educativas en los niveles de preescolar, primaria y secundaria.
Es muy importante que todas las personas que figuran alrededor de la escuela tomen conciencia de esto: el ciclo escolar no ha concluido. Pues, pareciera que después de muchos meses de arduo trabajo y con los últimos efectos de la resaca de tantos festejos del mes de mayo, creamos que esto ya terminó, que ya se cumplió con todo, que no queda nada por hacer.
Pero, ¿en verdad ya no hay nada por hacer?, ¿estamos satisfechos con lo logrado por nuestros alumnos hasta ahora?, ¿ya no podremos hacer más nada por su crecimiento académico, personal y emocional en estas semanas que restan?
Si usted, querida maestra, querido maestro, coordinador, subdirectora, directivo, se identifica con algunos de los siguientes argumentos del porqué cree que el ciclo escolar terminó ya, le ruego se mantenga leyendo hasta el final. “¿Para que seguir teniendo clases si con mis alumnas y alumnos…?”:
- Ya vimos todos los temas establecidos en el programa (no importa que algunos los dimos “por visto”, debido a interrupciones externas o por mal comportamiento del grupo).
- Terminaron de contestar todo el libro de cada materia (no hay que adelantarse a conocimientos que son de otro grado).
- Se acabaron las hojas de la libreta (¿cómo les vamos a hacer gastar en una nueva, verdad?).
- Estos días solo sirven para que repasen lo aprendido y se preparen para los exámenes finales.
- Ya asigné calificaciones.
- Los niños de esta colonia/comunidad, acostumbran ya no venir a partir de junio.
- Con tanto calor no dan ganas de dar clases.
- Hay mucho trabajo administrativo que hacer con el fin de ciclo (debemos enfocarnos en eso, si no, nos regañan los de las oficinas).
Pudieran parecer razones válidas para claudicar en el esfuerzo de aprovechar al máximo las cuatro semanas y media restantes, sin embargo, una persona con auténtica vocación educadora, antes de simular por un trabajo nulo o diluido, hace un trabajo de auténtica crítica personal y grupal, anteponiendo las trascendentes finalidades de la educación por sobre el cumplimiento superficial de un programa.
Para esto, es de vital importancia que reconozcamos que nuestra misión anual no debe limitarse a presentar los contenidos de un programa a los estudiantes, forzándolos a que lo memoricen y demuestren en un examen tradicional, no. Hoy en día, los alcances de la educación se conciben en el desarrollo pleno del alumno-persona, para que sea feliz con él mismo, en su relación con los demás y logre todo lo que esté dispuesto a conquistar.
El Sistema Educativo Mexicano, concreta estos conocimientos, habilidades y actitudes en un perfil de egreso desglosado en distintos atributos, que son los que nos darán la pauta de si ya logramos con cada estudiante lo que verdaderamente se persigue para ellos.
Por consiguiente, antes de dar por concluido en los hechos el ciclo escolar 23-24 y solo esperar soporíferamente a que llegue el 19 de julio, podríamos decir de nuestro alumnado que:
- ¿Aprendieron de manera significativa todo lo presentado en el año, de tal manera que pueden explicarlo?, ¿podrían resolver problemas de esas temáticas?, ¿obtendrían mejores resultados de lenguaje, matemáticas y ciencias en una evaluación externa que la generación anterior?
- Considerando el perfil de egreso como ruta de llegada para la educación básica, ¿comunican adecuadamente sus sentimientos, sucesos e ideas, de manera oral y escrita?, ¿tienen una actitud favorable hacia las matemáticas y resuelven problemas aplicando estrategias diversas?, ¿tienen capacidad de atención, autorregulan sus emociones?, ¿se expresan de manera creativa a través del arte, trabajan en equipo, participan de juegos y conviven de manera sana y pacífica?, ¿se conciben como persona?, ¿utilizan tecnologías de la información?
- ¿Han desarrollado mejores habilidades para aprender por su cuenta, tienen conciencia de lo que es “aprender a aprender” y lo utilizan en su beneficio?
- ¿Están más interesados en seguir aprendiendo, quieren conocer más, experimentar nuevas cosas, desean participar en diversas actividades, saben aprovechar su tiempo en acciones productivas?
- ¿Son más felices?, ¿están entusiasmados por lo que vendrá en su vida, tienen claro su proyecto y su plan de vida?, ¿son más alegres, más cordiales y más serviciales?
- ¿Son mejores personas?, ¿se relacionan mejor con sus compañeros, conciben su actuar para mejora del mundo y de la comunidad?
- ¿Están suficientemente preparados en lo emocional, académico, intelectual, social, espiritual, mental y físico para acceder al siguiente grado escolar, desean hacerlo?
Entonces, aprovechemos este último mes para ir más allá de la rutina, darle la vuelta a la clase tradicional, esa clase tradicional que no atrae, no entusiasma, no tiene sentido, no les significa nada. Hagamos un último esfuerzo por diseñar e implementar actividades auténticas, caracterizadas por ser originales, atractivas, retadoras, desafiantes, transversales, ¡emocionantes!; estoy seguro que es lo que sus alumnos más recordarán del año… y más agradecerán a sus maestros.
No los corramos, no los ahuyentemos, al contrario, invitémoslos a que se queden en el salón, a que vuelvan a la escuela, que no falten, que participen, que dialoguen, que jueguen. Este mes puede ser maravilloso porque como maestros nos podemos quitar incluso la carga burocrática de trabajar para satisfacer los requisitos administrativos que nos ahogan, y disfrutar la educación en toda su plenitud.
Es decir, al no tener como pendientes la asignación de calificaciones, el llenado de reportes o la descripción del logro académico de los estudiantes, podremos dedicarnos a explorar nuevas, activas, atractivas y significativas formas de adquirir aprendizajes. Estrategias que, por la presión del tiempo, el desconocimiento de ellas o el temor a equivocarse, no fueron puestas en práctica durante los meses precedentes.
Es tiempo, compañeros docentes, un mes es suficiente tiempo para implementar proyectos transversales, para hacer un museo escolar, salir a recorrer el barrio con intenciones didácticas, organizar un debate de episodios históricos, plantear un foro con el modelo de las Naciones Unidas o del Congreso de la Unión, realizar competencias académicas aunque no haya alguna autoridad que las convoque, hacer uso de juegos de mesa, rallys del conocimiento, noticieros escolares, asistencia de interesantes visitantes externos, actividades con la participación de familiares, encuentros de convivencia con escuelas cercanas, realización de un anuario escolar, montaje de una obra de teatro, concierto musical o danza; inicio de muros y techos verdes, así como de fábrica de hidroponía, elaboración de cómics, periódico mural, grafiti de paredes con motivos específicos, posicionamiento de la escuela en redes sociales, concursos de material reciclado, mini zoológico, torneos de deportes de la mente, como léxico, ajedrez, damas inglesas, etc.
Alumnos felices, visitando la panadería del barrio. Aprendiendo el proceso de producción, y la historia de su entorno.
Es muy sencillo hacer atractiva una actividad cualquiera y dotarle del componente didáctico, más sencillo aun, encontrarle su camino transversal a otras áreas del conocimiento, pues cualquier tarea tiene lenguaje, contexto, historia, datos para medir, lugar en el mundo, manifestaciones físicas, componentes químicos, puede realizarse con apoyo de la tecnología, y puede difundirse, registrarse y guardarse para memoria futura.
Idear actividades didácticas para realizar durante el mes que resta de clases sería una actividad cuasi-infinita, necesidades de aprendizaje y formación integral de nuestros alumnos y alumnas, aun hay muchas. Entonces, no queda más que sacar fuerzas de flaqueza, respirar hondo y extraer nuestros mejores actos de la chistera.
Todavía podemos hacer mucho para contribuir con los chicos para que aprendan más, se acerquen a desarrollar el perfil de egreso esperado, se emocionen por lo que hay en el mundo desconocido aun para ellos, comprendan la época actual y los desafíos de esta, pero que al mismo tiempo deseen prepararse más intensamente para lograr de manera efectiva y proactiva su éxito.
Aun podemos contribuir significativamente para que sean más pacíficos, más alegres, convivan mejor, compitan mejor, hablen y escriban adecuadamente, quieran pensar, quieran participar, quieran crear, quieran construir, ¡quieran trascender!
Es justo para ellos también descansar, pero la naturaleza del niño, del joven, del adolescente no descansa, quiere seguir adelante, quiere enfrentar desafíos y vencerlos, quiere demostrar que es el mejor (así, sin más, sin mayor explicación). En nuestras manos está, entonces, trazarles el camino dentro de la escuela para ello, e indicarles para fuera de la escuela por dónde pueden ir para lograr de forma armónica, pacífica, integral, comunitaria y feliz, lo que quieran de la vida.
Cuando la familia no está reunida en casa (presencial o emocionalmente), no hay mejor lugar para una niña, un niño o un adolescente, que la escuela. Hagamos que valga la pena su estancia.
Dice un clásico: “un pequeño esfuerzo es el mejor sustituto de las excusas”. Ayudemos pues, aun con nuestro cansancio a cuestas y por medio de actividades didácticas auténticas, a que las personitas que fueron puestas a nuestro cuidado por este ciclo escolar, sean mejores individuos, mejores estudiantes y mejores ciudadanos el mundo, el día de mañana.
El acto de educar es tan maravilloso como complejo nuestro entendimiento de él, por lo que no sabemos si alguna de estas actividades del último mes, la última semana, el último día o la última hora de clases, es la que hará la diferencia en la transformación de una vida común a una vida extraordinaria para alguno de nuestros alumnos y de todos los que le rodean y le rodearán en el futuro.
Un último esfuerzo, compañeras y compañeros docentes. ¡Un último esfuerzo, por favor!
Fotografía tomada en una escuela secundaria del estado de Guanajuato, México (2019).
Me parece muy interesante su artículo Doctor, pues resalta la necesidad de alejarse de los requisitos administrativos excesivos que pueden limitar la experiencia educativa. Estoy de acuerdo en que los docentes a menudo se sienten abrumados por la carga de tareas burocráticas, lo que indudablemente afecta la capacidad para dedicarse plenamente a la enseñanza y a la exploración de nuevas estrategias pedagógicas.
La idea de aprovechar el último mes del ciclo escolar para implementar proyectos transversales, actividades creativas y significativas suena muy inspiradora. Es un tiempo en el que los docentes pueden fomentar un aprendizaje más activo y participativo, permitiendo a los estudiantes adquirir conocimientos de una manera más práctica y realista.
Las actividades mencionadas en su artículo, como los debates, los juegos de mesa, las salidas educativas y los proyectos artísticos, podrían generar un mayor entusiasmo en los estudiantes y hacer que la educación sea más atractiva. Estoy de acuerdo en que este enfoque puede proporcionar una experiencia de aprendizaje más enriquecedora y duradera.
Sin embargo, considere importante no descartar por completo la importancia de las valoraciones y los informes. Estos elementos cumplen una función importante en la evaluación del progreso de los estudiantes y en la comunicación con los padres. Aunque es valioso explorar otras formas de evaluación y retroalimentación, no deberíamos descartar por completo los aspectos tradicionales de seguimiento académico.
Además, aunque es estimulante la idea de realizar actividades sin necesidad de una autoridad que las convoque, debemos tener en cuenta que algunas actividades pueden requerir coordinación y autorización para garantizar la seguridad de los estudiantes y el cumplimiento de las normas educativas establecidas.
En resumidas cuentas, comparto la idea central del artículo de buscar una educación más enriquecedora y significativa al liberarnos de los requisitos administrativos excesivos. Sin embargo, es importante encontrar un equilibrio entre la creatividad y la autonomía docente, y el cumplimiento de los estándares y normas educativas necesarias para garantizar una educación de calidad.
¡Saludos Cordiales!
Tienes toda la razón, muchas felicidades por este texto que deja grandes enseñanzas en horabuena
Si es una propuesta, adelante, es un tema tabú, no se menciona por tradicionalista, se requiere revisar a fondo, antes entrábamos en septiembre y el término era junio, pero se acortaron las vacaciones y cada vez se hacen más pequeñas y màs tedio para las comunidades escolares. Si fuera enero-diciembre sería excelente también con receso en abril y agosto, con trayectoformativoen enero, aunque sería favorable también un Septiembre a junio con actualizaciones docentes en agosto. Respecto a las metodologías, tener la libertad de retroalimentación y actividades como las que vivimos en los clubes, de acuerdo a perfiles docentes, estructuras, recursos fisicos, físicos existentes, una cédula que indica algoritmos y de certeza en los aprendizajes esperados, fue un periodo lúdicos y aprendizajes significativos. Realmente fueron autonomía s curriculares. Me gustaría que con ello cerrásemos el ciclo destancado los perfiles de egreso de nuestros alumnos.
Excelente artículo, toda vez que nos hace reflexionar sobre la importancia de replantear la didáctica, transformar esas prácticas que parecen anquilosadas y no responden a las necesidades actuales de los educandos. En efecto, este periodo que resta del ciclo escolar es un excelente momento para ser disruptivos y atrevernos a innovar o ejecutar acciones que pueden trascender académica o emocionalmente en la vida de nuestros alumnos. Hagamos que nuestros niños deseen estar en las escuelas, pero para ello, quien lo tiene que desear primero es el docente, un maestro que ama su profesión, la disfruta y que inspira pese a las fallas del sistema, esto sin duda, hará que logre transmitir ese entusiasmo a sus alumnos.
Licenciado Jorge Lozano, siempre acertado en sus artículos. Con su permiso, deseo comentar algo respecto a su punto de vista, la docencia es más que simplemente pararse frente aún grupo de estudiantes, es encontrar, el punto de interés en ellos para potenciar todas sus capacidades y hacer que éstos vean en sus actividades cotidianas la oportunidad de aprender.
Es entender que el aprendizaje no se agota con la instrucción al culminar el programa establecido, es llevar el concepto de educación hasta su más completo significado.
Reciba mis felicitaciones por su buen artículo y mi agradecimiento por hacernos partícipes del mismo.
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